A veces no pensamos en ello y quizás sea lo mejor en ciertos casos, porque pensar mucho en el pasado o en el futuro puede resultar muy negativo para tu salud mental, mejor atenerse al presente y poco más.
Pero a veces llega un momento en que ves que una decisión que tomaste en conjunto ha resultado en algo bello y nunca habías pensado en ello. Esto me pasó hoy.
Mi ex-mujer y yo no pudimos tener hijos, en parte por un problema que yo tenía, que no era imposible pero sí bastante complicado el poder tenerlos. Esto, entre otras cosas, nos llevó al divorcio. Aunque fue de mutuo acuerdo os confieso que resultó doloroso en su momento y algunas decisiones que tomé no fueron muy adecuadas por pillarme todo por sorpresa. Pero acabamos muy bien y como amigos, aparte de llevarme siempre genial con mis suegros y toda la familia de ella.
Hoy mi actual mujer y yo nos encontramos con mi ex-suegra y, como siempre ocurre, nos paramos a charlar bastante de cómo están todos, que mande saludos y tal. Pero no estaba preparado para lo que llegó luego.
De pronto apareció una chica bellísima, de 17 añitos, junto a un grupo de 3 amigos, todos llenos de vida y felicidad. Parecía una modelo y con una cara que te llenaba de ánimo. Resultó ser la hija de mi ex, que no la veía desde hacía muchos años por vivir en zonas separadas. Me quedé de piedra al verla. Ella por supuesto no me reconoció pero ya le dije quien era y en ese momento sentí algo muy fuerte y contradictorio en mi interior: por un lado una alegría inmensa porque gracias a mi divorcio esta chica existía, y por otro lado también cierto pesar por un matrimonio fallido. Pero la felicidad se llevaba la palma en todo esto. Era para verla: derrochaba belleza, alegría y amabilidad.
Hoy quería compartir esto con vosotros porque a veces no pensamos que la más ínfima decisión puede cambiar toda una vida o hacer aparecer otras que no hubieran existido jamás. Sé que ya lo sabíais pero nunca está de más recordarlo porque es algo que solemos olvidar.